No se ni por donde empezar. Como ya os he dicho, estoy bastante decepcionada con el "voluntariado" del centro de salud de Katmandú (donde no necesitan ayuda no se puede hacer un voluntariado, así de simple), y es por eso que me animé a ir con mi prima Blanca a Kabilash, un pueblecito dejado de la mano de Dios donde habían construido una pequeña clínica. Conocí el proyecto de Kabilash el año pasado a través del blog de una médico de Canarias que había estado allí y que contaba maravillas de la experiencia, y desde entonces he estado en contacto con el hombre que lleva el proyecto, Ramesh.
El viaje comenzó en Boudha, donde nos recogieron a Blanca y a mi Ramesh y su hermano Rajendra en moto para ir a Nuwakot, que está a 30km de Katmandú, pero que se tardan dos horas en llegar porque la carretera es un auténtico barrizal en verano, que es la época de lluvias. Después de eso comenzó la parte difícil: tres horitas de trekking cargando con la mochila por mitad del campo cuesta arriba subiendo por rocas y riachuelos a las 2 de la tarde con el solazo nepalí. Casi muero.